Imagínate por un momento: el último amanecer.
En la cama tendidos, rodeados de médicos,
Un hombre de unos ochenta años,
Sin atisbo de duda, ni una gota de tristeza.
Él mira la pared y ve un retrato,
En el que sonríe desprendiendo rayos
Una bella mujer de unos cuarenta años,
Sin atisbo de duda, ni una gota de tristeza.
¡Y no dudan los médicos de que ya es la hora!
¡Qué se encuentren en las tierras vistas jamás!
El hombre y la mujer sin edades,
Sin atisbo de duda, ni una gota de tristeza.
versión: Kseniya Tokareva
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